En países en los que residen profundas estructuras de crimen organizado, como Colombia, se suele desatar una rampante ola de corrupción y lavado de dinero a lo largo y ancho de la economía. Tanto así, que si usted abre su billetera y ve que contiene un puñado de billetes, es probable que al menos uno de ellos provenga o haya pasado por turbios rumbos.
Abundan los ejemplos de cómo el crimen ha permeado diversos sectores nacionales. Tenemos cuentas de producción nacional que contabilizan explícitamente los cultivos ilícitos. En algunas redes sociales y familiares se pueden contar menos de cinco grados de separación antes de hallar alguno con pasado asociado al narcotráfico. La popular serie de Netflix Narcos proyectó al mundo esa facetas de narco estado que de otro modo era mejor esconder y superar.
La corrupción usualmente se asocia a divergencias en la probidad del manejo del erario público, y no a los asuntos de empresarios particulares. La falta de transparencia en el sector privado, sin embargo, existe y requiere vigilancia y control.
En abril de 2016, por ejemplo, se destapó el escándalo de los "Panamá Papers" del despacho de abogados Mossack y Fonseca, con sede principal en ciudad de Panamá pero con influencia en casi todo el globo.
Antes de los Panamá Papers, si alguien indagaba sobre conflictos de interés o malos manejos en el uso de activos de empresas fachadas, hallar a la persona que realmente estaba detrás era una tarea muy difícil. Por lo general, el rastro de quién maneja los hilos lleva a unos representantes legales de empresas de papel en alguna isla considerada paraíso fiscal. En esos territorios obtener una orden judicial para revelar información sobre la identidad del dueño de una empresa privada tarda una eternidad y conlleva navegar registros desactualizados.
Los dueños usufructuarios aparecen normalmente detrás de bastidores, dado que controlan juntas directivas, gerentes y accionistas familiares. Las empresas fachada realizan transacciones efectivamente para estos dueños ocultos, sin dejar huella.
Gracias a la repercusión mediática de los Panamá Papers, el G20 ha presionado con ímpetu la instauración de principios de transparencia de dueños usufructuarios de empresas fachadas, con el apoyo de entidades como Transparencia Internacional y reguladores gubernamentales.
El grave problema de desigualdad de ingresos que enfrenta el mundo necesita dar un vuelco para desenmascarar los torcimientos de las grandes empresas. Es probable que hacerlo destape en años venideros nexos entre empresas y negocios ilícitos al estilo de los Panamá Papers, en los que nuestro país no saldría bien librado.
No comments:
Post a Comment