Tuesday, March 9, 2021

Amistad social

Publicado en El Universal el 18 de diciembre de 2020



En los últimos 15 años venimos oyendo de la tecnocracia nacional un discurso de progreso gradual hacia una sociedad menos desigual, fundamentado según ellos en que desde entonces se observa menor desempleo y pobreza cada año. 

Con la pandemia de 2020 esa estantería de optimismo se vino al piso porque el desempleo y la pobreza se dispararon. Este retroceso encenderá de nuevo la mecha del descontento social. Las desigualdades saldrán al desnudo otra vez y surgirán arengas contra el 1% más rico, como en 2011 cuando las marchas de “Occupy Wall Street”.  

Por supuesto, desde los zapatos de estos emprendedores, ellos son las víctimas de una mentalidad de zancadilla, retratada en la metáfora de grupo de cangrejos dentro de un balde, donde quien que trata de progresar es halado de nuevo hacia el fondo por los otros. 

Es así como muchas empresas buscan sobrevivir construyendo relaciones públicas que apacigüen los desánimos. A juicio del investigador Vincent Harinam, la responsabilidad social empresarial (RSE) funciona en ese espíritu, como si fuese un seguro contra la hostilidad del entorno. 

El descuidar las relaciones públicas puede ocasionar manchas indelebles a la reputación de ciertos grupos sociales. Que lo digan la comunidad judía y su estigma usurero; o las multinacionales, que cargan con los pecados de algunas de sus antecesoras establecidas en repúblicas bananeras (en Colombia recordemos el caso de la infame United Fruit Company). 

Las empresas que por su tamaño superan la etiqueta de "pymes" también entran en el ojo de la opinión pública y reciben intensos cuestionamientos de su legitimidad ante la comunidad. 

Las empresas grandes entonces cuentan con la RSE como una herramienta para buscar una armonía con su entorno que vaya más allá de la imagen cosmética o del mero cumplimiento de la ley. El principal canal para comunicar la RSE a los grupos de interés es el de los informes de sostenibilidad. 

Un gran problema de estos informes es que la responsabilidad social es una noción nebulosa que puede tomar múltiples formas, dependiendo de la empresa o el sector en cuestión. No todo lo que contienen esos informes, pese a que se refieren a programas de RSE, filantropías, y esfuerzos de voluntariado, tiene el impacto esperado. 

En respuesta a la necesidad de regular lo que se comunica sobre RSE, algunas empresas líderes se han acogido a estándares internacionales (por ejemplo los del Global Reporting Initiative), y en el resto de mundo se esperan movimientos en la misma dirección: el cultivo de la amistad social llegó para quedarse como estrategia de sostenibilidad empresarial.

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