Publicado en El Universal el 17 de marzo de 2017
Para alcanzar la maestría en un oficio toca invertir 10 mil horas de duro entrenamiento. Mozart en el piano, Bolt en el atletismo o Carlsen en el ajedrez, cumplieron la cuota de horas de sacrificio para lograr la grandeza. Sin embargo, las habilidades de alto nivel no se logran solo con entrenamiento aislado; requieren, además, del seguimiento personalizado de un mentor.
Un mentor de lujo comprometido con su aprendiz puede marcar una gran diferencia en los resultados del adiestramiento. Sin embargo, en la educación moderna los salones de clase tienen hasta cincuenta estudiantes por cada profesor, lo que convierte el aprendizaje en un producto prefabricado que no logra inspirar deseos de superación en casi nadie.
En otras épocas la educación sólo se transmitía de forma personalizada. Los oficios eran enseñados a través de relaciones mentor-aprendiz. Así se preservó el conocimiento de la herrería, la orfebrería y la fabricación de instrumentos musicales. Casi cualquier oficio requería una destreza que no se ganaba con un diploma sino con la paciencia de un aprendiz de lutier.
Pero, actualmente, son muchos los talentos que se desperdician y que nunca logran apasionarse por lo que estudian. Consiguen el título de profesional, pero están apenas por encima de un nivel amateur en su carrera. Los padres notan que sus hijos e hijas a duras penas sobresalen en lo que estudian en la universidad, pero se vuelven muy hábiles en los hobbies para los que se dedican con fervor al salir de clases.
Para diseñar una mentoría ideal es útil copiar el modelo de los deportistas de alto rendimiento. A estos atletas se les suele asignar un entrenador y, antes de un evento, se aíslan en un hotel para concentrarse por completo en su entrenamiento. El coach puede dar consejos específicos para los requerimientos particulares del deportista según su etapa de desarrollo y puntos débiles. A veces desarrollan una relación cercana en la que pueden percibir si el atleta pasa por dificultades en su vida personal que le afectan el rendimiento.
¿Cómo podemos masificar una educación de calidad más personalizada? Hacerlo requiere comenzar a pensar más en programas de mentores, y menos en frías fórmulas de intervención.
Aunque la implantación de mentorías es muy costosa, es una opción que tendría mayor impacto que otros métodos menos personalizados de educación. Es un camino que vale la pena tomar como oportunidad para mejorar nuestro sistema educativo. ¿Qué estudiante difícil y tozudo no estará dispuesto a superarse cuando le asignan a uno de sus héroes como mentor?
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