Si usted es padre de familia tarde o temprano deberá decidir en
cuál de las 296 universidades del país pagará $40 millones de pesos, en
promedio, por la carrera completa de su hijo o hija. Aquí usted tropezará con
el problema de no saber con certeza cuál de esas universidades ofrece mayor
calidad.
Dos señales de alarma de que una universidad tiene problemas de
calidad son: que el Ministerio de Educación la intervenga por malos manejos; o
que sus egresados se estrellen al llegar al mercado laboral.
En el primer caso, es raro que el Ministerio intervenga a las
universidades dado que éstas están amparadas por el derecho a la autonomía o
simplemente porque la ley no le da "dientes" al Ministerio para
hacerlo.
Sobre el segundo caso, en cambio, recientes informes indican que
es un problema más grave de lo que se creía. Es así como una encuesta de
seguimiento a graduados hecha por el Observatorio de Educación Laboral (OLE)
encontró una alta proporción de recién graduados que no consiguen empleo por la
excusa de carecer de suficiente experiencia laboral.
En teoría económica, este tipo de fallas de mercado se pueden
intentar solucionar mediante una garantía.
Si usted compra un televisor y resulta que este solo funciona después de
dos años de "experiencia" en los que no coge señal sino que muestra
estática, usted puede reclamar a la empresa por la garantía. La empresa admite el daño del producto y le
devuelve el dinero o le reemplaza el producto por uno bueno.
Con la educación nadie se atreve a garantizar calidad. Aquella universidad que devuelva el dinero de
matrícula a quienes no hayan quedado satisfechos probablemente no se sostendrá
financieramente.
¿Qué se puede hacer entonces como sustituto de dar garantías? Un
ensayo valioso fueron los antiguos ECAES.
Inexplicablemente, el gobierno los tumbó, reemplazándolos por las poco
informativas “Saber Pro”.
Otras soluciones son el otorgamiento de registros calificados a
programas, y los procesos de Acreditación institucionales. Aunque son esfuerzos
importantes, producen mucha confusión entre padres de familia bombardeados por
la radio y la prensa por anuncios de largos registros del ICFES.
Por suerte hay nuevas tendencias en el mundo para señalizar
calidad, como las medallas digitales por logros concretos de aprendizaje
(manejo de un software, por ejemplo), y la puesta en marcha de páginas web en
las que los estudiantes califican a sus profesores públicamente. Corresponde al
Ministerio de Educación evaluar si estas innovadoras herramientas se pueden
implementar en el país.
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