Entre 1852 y 1885 ocurrió algo que en América Latina es casi insólito: un megaproyecto de infraestructura financiado por el sector privado. Apenas en los últimos diez años estamos retomando la idea del sector privado como financiador y ejecutor de grandes obras de infraestructura, porque la regla general ha sido que sea el Estado el encargado.
Por eso sorprende que en Chile, a mediados del siglo XIX, el sector privado planeó y financió la construcción de dos líneas de trenes entre la costa (Valparaíso) y el valle central (Santiago). En la financiación del tren de Valparaíso a Santiago no solo participaron empresarios sino que también se vendieron acciones (hoy lo llamaríamos titularizaciones) a más de 80 particulares interesados en aportar su granito de arena al proyecto. Este estilo de conseguir recursos para obras de infraestructura apelando a la venta abierta a los ciudadanos me parece que merece ser imitada.
Es de admirar que los retornos del ferrocarril costero (mover grandes cantidades de trigo hacia Valparaíso para transbordarlos, conectar a la Costa con el interior, conectar a las más grandes ciudades de la región, expandir la influencia de Santiago y Valparaíso sobre el resto de Chile, movilizar cientos de miles de pasajeros anualmente) bastaran para que los privados asumieran el reto de financiarlo.
Es increible que hoy, a pesar de que la tecnología es mejor y los sistemas políticos son más desarrollados que lo que eran en 1885, no ha sido posible que el sector privado participe más activamente en los megaproyectos que necesita América Latina.
Referencias
Oppneheimer, Robert. (1982). "National Capital and National Development: Financing Chile's Central Valley Railroads". The Business History Review, Vol. 56, No. 1, pp. 54-75.
No comments:
Post a Comment