En reciente ensayo, “¿Quién manda aquí?: Poder
regional y participación de la Costa Caribe en los gabinetes ministeriales,
1900-2000”, Adolfo Meisel señala como
causa y efecto del rezago de la región su tradicional poca representación en
carteras ministeriales en comparación con el interior del país. Aunque la Costa genera alrededor del 15% del
PIB industrial de Colombia y tiene el
21% de su población, resulta interesante
observar cómo también tiene poca participación en el manejo de empresas
privadas.
En un reciente
informe interactivo publicado por La Silla Vacía, el portal web
especializado en periodismo de opinión, se
identifican los miembros principales y suplentes de las juntas directivas de
las 50 empresas más grandes de Colombia.
En la lista de casi 500 personas hay una gran representación de las
regiones del interior del país. Figuran,
por ejemplo, 67 antioqueños y 36
bogotanos. Por el contrario, en la
lista solo aparecen 11 barranquilleros y
4 cartageneros.
Una junta directiva es el órgano elegido por los propietarios
de una empresa para que vele por su prosperidad. El deber ser de las juntas directivas está
establecido en el Código de Comercio y en los estatutos de
cada empresa, pero ¿qué hacen en la práctica? Pese a la diversidad de
respuestas a este interrogante, estudios recientes de la Universidad de
California, Berkeley, han encontrado que al menos tres funciones son comunes a la
mayoría de las juntas directivas.
Primero, los miembros de juntas directivas suelen
servir como fuente de recomendaciones y consejos para el gerente, quien por lo
general los busca cuando se discute un asunto en el cual son expertos.
Segundo, sacan el hacha para descabezar presidentes o
altos ejecutivos y contratar sus reemplazos.
Sin embargo, estos estudios resaltan lo difícil que puede llegar a ser
para una junta directiva detectar directamente
las falencias del gerente: en el mejor de los casos suelen enterarse de los
hechos por la vía de auditores externos, reguladores o medios de comunicación.
Tercero, las personas que tienen asiento en una junta directiva lo tienen porque son capaces de tomar decisiones informadas con
criterio. Después de todo, ser miembro
de una junta directiva es una responsabilidad reservada a quienes son ajenos al
fragor cotidiano de la empresa.
Indiscutiblemente
las juntas directivas cumplen tareas vitales sin las cuales las empresas pueden
perder el buen rumbo. ¿Tiene el Caribe
gente apta para ejercer estas funciones?
Desde luego que sí. Nuestra escasa
representación en el manejo de empresas importantes es, como diría Meisel, una dimensión más de
las desigualdades regionales del país.
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