Si usted está pendiente de la actualidad política y, sobre todo, si es empresario, se debe haber preguntado alguna vez si con las negociaciones de La Habana existe riesgo de caer en el castro-chavismo. Cesar Gaviria zanjó esa discusión con una declaración al diario El Heraldo en abril de 2015. “Decir que vamos hacia el castro-chavismo es imbécil”, sentenció el expresidente.
Otros observadores menos tajantes admiten que el riesgo está perfectamente calculado: el Estado les “da la mano” en esta primera etapa de diálogos, y luego, durante su etapa de participación en política, perderían en las urnas por aplastante diferencia.
Según esa argumentación, se cumple con enriquecer la democracia porque se lograría que un grupo guerrillero acuerde participar en política como reemplazo a la lucha armada clandestina y, además, se salvaguarda a las instituciones de ideas radicales, extremas o comunistas.
En ese tránsito de la oscuridad a la luz, la guerrilla deberá ver qué hace con una de sus estructuras clandestinas, el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia. Durante esta metamorfosis, muy probablemente conserven la plataforma política de ese movimiento, caracterizada por idolatrar a Bolívar y a Chávez.
¿Qué tipo de mensajes podemos esperar de un partido de las FARC? En lo internacional, los veremos desafiando el liderazgo de Estados Unidos para la integración regional (recordemos que el chavismo creó el ALBA como alternativa).
Sin duda también veremos en su plataforma propuestas para torpedear cualquier nuevo TLC, perseguir a empresas de la “oligarquía”, y regular medios de comunicación. Todo esto enmarcado en discursos de incitación a la lucha de clases.
En conclusión, la hipótesis del “dar la mano” en política a las FARC se basa en la confianza de que la ciudadanía no votará en masa por estas ideas, o en que, habiendo logrado proponerlas, el debate legislativo se encargue de filtrar lo dañino y dejar lo bueno.
Otra hipótesis que uno debe contemplar es la de que esto sea un caballo de Troya en el que la guerrilla haya calculado como catapultarse en las urnas. Recordemos que el poder bolivariano en Venezuela obedeció a tres cosas: el gran carisma de Chávez, la hábil explotación del respeto reverencial hacia Simón Bolívar, y capturar el gasto social para que los pobres desbalancearan las elecciones a su favor.
Separemos el análisis de lo que dicen los textos de La Habana del de esa etapa posterior de participación en elecciones. Es allí en donde podría darse el riesgo de un castro-chavismo.
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